Nosotros
Cortijo de Gorbea
Historia Cortijo de Gorbea
El 25 de mayo de 1877 es una fecha muy especial para nosotros.
Ese año, nuestra familia comenzó a cultivar estas tierras. En 1913 se construyó el Cortijo de Gorbea en una colina junto a la vega del río Cubilar, en una típica dehesa extremeña, rodeado de encinas centenarias.
Todos los años, al llegar octubre, miles de grullas eligen este precioso lugar para pasar el invierno y convierten a esta zona en uno de los rincones más bonitos de Extremadura.
Desde entonces y hasta ahora, seguimos mimando la tierra para que ella nos regale sus bienes más preciados. En este caso, nuestro aceite de oliva.
Olivar Cortijo de Gorbea
Nuestro olivar se encuentra en un punto privilegiado de la geografía extremeña.
El otoño es la época más bonita para visitar nuestra zona. Es entonces cuando miles de grullas vienen a pasar el invierno, alejándose de las frías temperaturas del norte de Europa, en un viaje anual de más de 4.000 kilómetros. Es un espectáculo escuchar el gruir de las grullas sobrevolando el cielo extremeño. Cientos de bandadas recortan el cielo, en su característica formación en V, sobre el fondo de los atardeceres rojizos, ocres y anaranjados tan espectaculares en esta zona. Ya en tierra, es posible observarlas a poca distancia, mientras hacen uso de su largo pico, buscando entre las encinas pequeños insectos y las bellotas dulces, uno de sus “manjares” favoritos.
Desde lo alto de la colina, donde se encuentran nuestros olivos, podrás verlas pasar, dibujando su silueta entre el cielo y la Sierra de Navalvillar de Pela. Muchos viajeros dicen que este lugar les recuerda a la sabana africana. Sólo faltan los leones.
Primera cosecha
Nuestra primera cosecha la obtuvimos en 2019.
Fue emocionante ver cómo aquellos olivos plantados unos años atrás daban sus primeros frutos. Como los árboles no tenían el tronco lo suficientemente formado, optamos por recoger las aceitunas con unas pequeñas vareadoras que movían las ramas de los olivos sin dañar el árbol. Durante el proceso de recolección, la aceituna en ningún caso toca el suelo y transcurre muy poco tiempo hasta que entra en la almazara. Así conseguimos que nuestro aceite tenga una magnífica calidad, con los matices propios del aceite de oliva virgen extra.