Nuestra primera cosecha la obtuvimos en 2019.
Fue emocionante ver cómo aquellos olivos plantados unos años atrás daban sus primeros frutos. Como los árboles no tenían el tronco lo suficientemente formado, optamos por recoger las aceitunas con unas pequeñas vareadoras que movían las ramas de los olivos sin dañar el árbol. Durante el proceso de recolección, la aceituna en ningún caso toca el suelo y transcurre muy poco tiempo hasta que entra en la almazara. Así conseguimos que nuestro aceite tenga una magnífica calidad, con los matices propios del aceite de oliva virgen extra.